14.06.2010 · Luna BolĆvar
Kisabai Lokhande tiene mĆ”s de 60 aƱos y ha perdido a dos de sus nietas, seguramente para siempre. En Karad, una ciudad de medio millĆ³n de habitantes situada en el oeste de la India, vende verduras en un puesto callejero.
La madre las niƱas desapareciĆ³ en el aƱo 2000; su padre muriĆ³ en 2002 y Lokhande asumiĆ³ entonces el cuidado de las pequeƱas. Ante la imposibilidad de costear su educaciĆ³n, en julio de 2004 decidiĆ³ enviarlas a un centro de acogida ubicado en Satara, a unos 55 kilĆ³metros de distancia. Seis dĆas mĆ”s tarde, las autoridades indias trasladaron a las menores a la instituciĆ³n privada Preet Mandir, dedicada principalmente a las adopciones internacionales. En septiembre de 2004, apareciĆ³ un anuncio en un periĆ³dico local encomendando a hacer acto de presencia a quien deseara responsabilizarse de las pequeƱas, y eso a pesar de que los funcionarios conocĆan el lugar de residencia de Lokhande, disponĆan de todos sus datos y sabĆan que es analfabeta. En diciembre, las niƱas fueron declaradas en situaciĆ³n de abandono. Poco despuĆ©s, y sin que mediase una sola firma de su abuela, tenĆan familia nueva: en EspaƱa.
AsĆ se relatan los hechos en la denuncia que por secuestro de menores ha interpuesto Lokhande, con la ayuda de algunas ONG, contra las autoridades indias, Preet Mandir y la agencia de adopciĆ³n espaƱola NiƱos sin Fronteras. La batalla de esta mujer se ha convertido en un verdadero fenĆ³meno en el paĆs y, sin embargo, sus posibilidades de Ć©xito son escasas.
“Claro que en los juicios o ante la prensa Kisabai pide que las niƱas vuelvan: es lo que tiene que decir. Pero, cuando hablas con ella en privado, es consciente de que no eso no va a pasar. La ONG que la apoya le ha explicado que ningĆŗn tribunal va a asumir la responsabilidad de sacar a esas menores de EspaƱa, donde llevan ya cinco aƱos, y devolverlas a la pobreza en la que vive su abuela”, dice Roelie Post, directora de la organizaciĆ³n Against Child Trafficking (ATC). “Si las niƱas regresasen, ¿quĆ© harĆa usted?”, le preguntĆ³ el juez a Lokhande. “¿Que quĆ© harĆa?”, respondiĆ³ la abuela, “yo las mandĆ© lejos para que estudiaran. Ahora irĆan sĆ³lo a una escuela normal, y las tendrĆa siempre bien a la vista”.
Lokhande se siente culpable. Las pequeƱas estaban a su cargo. Cuando la madre de las menores reapareciĆ³, Ć©stas ya habĆan sido dadas en adopciĆ³n. Un Ćŗltimo encuentro con sus hijas le fue denegado, y muriĆ³ hace unos meses. “Si no puede ser de otro modo, ¡dĆ©jenme por lo menos que las vea en fotos!”, pidiĆ³ Lokhande. “EstĆ” desesperada y mal de salud, todo esto le ha afectado enormemente. En Ćŗltima instancia, se conforma con saber que las niƱas se encuentran bien. Se preocupa muchĆsimo, como lo harĆa cualquier abuela”, relata Post.
Un dĆa, la directora de ACT cogiĆ³ el telĆ©fono y llamĆ³ al padre adoptivo de las nietas de Lokhande. “Al principio, se quedĆ³ muy sorprendido y me preguntĆ³ que cĆ³mo habĆa sabido de ellos. Yo le dije, ‘¡Ć©chele un vistazo a la prensa india! El caso de sus hijas adoptivas estĆ” por todas partes’. Entonces, le expuse el motivo de mi llamada, le hablĆ© de Kisabai, y me quedĆ© atĆ³nita ante la respuesta tan frĆa que recibĆ. Me dijo que las niƱas estaban bien, que no habĆa razones para preocuparse, que eran una familia feliz y que no querĆan saber nada de ninguna abuela”.
Los padres adoptivos se esfuerzan por establecer con sus hijos vĆnculos similares a los que se darĆan en una paternidad biolĆ³gica. “Cualquier cosa que pueda poner en peligro esa relaciĆ³n les da un miedo terrible. Por eso, muchos deciden irse al extranjero: porque, a travĆ©s de la distancia, creen que reducen las posibilidades de que un dĆa alguien- un padre, una madre, un tĆo- llame a la puerta preguntando por sus pequeƱos”, explica Post, “sin embargo, estas niƱas salieron de la India con seis y once aƱos. Ambas conservan recuerdos de su vida anterior a EspaƱa: se acuerdan de su padre, de su madre y tambiĆ©n de su abuela.”
“A su madre ya no podrĆ”n volver a verla, y seguramente tampoco Kisabai viva muchos aƱos mĆ”s”, advierte la experta, “y un dĆa, las niƱas se preguntarĆ”n por sus raĆces- casi todos los hijos adoptivos se preguntan en algĆŗn momento por sus raĆces-, pondrĆ”n su nombre indio en Goolge, o el de Kisabai Lokhande, y descubrirĆ”n que sus padres adoptivos se negaron a que mantuvieran el contacto con ellas. QuizĆ”s entonces tambiĆ©n para su abuela sea ya demasiado tarde. ¿Se imagina lo que es eso?”.
Dice el Convenio de la Haya para la ProtecciĆ³n de la Infancia en el Ćmbito de las Adopciones Internacionales [PDF], que han ratificado la India y tambiĆ©n EspaƱa, que ningĆŗn niƱo puede ser dado en adopciĆ³n sin que “las personas, instituciones y autoridades cuyo consentimiento se requiera […] hayan sido convenientemente asesoradas y debidamente informadas de las consecuencias de dicho consentimiento”, haber sido Ć©ste otorgado “libremente” y no “revocado”.
Lokhande nunca fue asesorada ni otorgĆ³ consentimiento alguno. Tampoco era necesario,resolviĆ³ en noviembre de 2009 la Corte Superior de Mumbai: al haber concluido en su dĆa autoridades indias que la mujer no estaba en condiciones de ocuparse de sus nietas, dejĆ³ de encontrarse entre las personas cuyo sĆ se requerĆa.
Varias veces visitĆ³ Lokhande a las niƱas en Preet Mandir sin que nadie le advirtiera, segĆŗn sostiene, de que estaban allĆ esperando a la adopciĆ³n. “Mi nieta mayor me dijo que no me preocupara porque en Preet Mandir las trataban bien. La gente de Preet Mandir me dijo que no me preocupara por mis nietas y que no fuera a verlas porque yo era pobre y eso era despilfarrar el dinero en viajes”, narrĆ³ la abuela a la cadena CNN-IBN. Si pasados 30 dĆas desde la publicaciĆ³n del citado anuncio en la prensa local nadie se responsabilizaba de las menores, Ć©stas podĆan darse por abandonadas y aptas para su entrega a una familia forĆ”nea.
Preet Mandir lleva tiempo esquivando todo tipo de acusaciones. En 2006, la CNN habĆa emitido otro reportaje, dedicado a la compraventa de menores en la India, en el que una mujer irlandesa contaba como el director de esta organizaciĆ³n, J. S. Bhasin, le habĆa ofrecido elegir el sexo, el color de piel y de ojos y la edad del niƱo que deseaba adoptar a cambio dinero y una botella de Black Label. “SĆ³lo de Preet Mandir obtenemos al menos 20 bebĆ©s por aƱo”, aseguraba mientras tanto a los reporteros encubiertos un espaƱol llamado Xavier.
A NiƱos sin Fronteras la Comunidad de Madrid le retirĆ³ en 2008 la licencia para tramitar adopciones con Nepal [PDF], tras repetidas denuncias de irregularidades. El permiso para trabajar con la India lo sigue conservando.
Y con todo, las cosas pueden estar cambiando y quizĆ”s algo de viento sople ahora a favor de Lokhande. Hace apenas unos dĆas, a finales de mayo de 2010, la Oficina Central de InvestigaciĆ³n de la India decidiĆ³ abrir oficialmente un caso en contra del jefe de Preet Mandir,las autoridades locales de protecciĆ³n de la infancia y otras personas mĆ”s, aĆŗn en el anonimato. La sospecha que sobre ellos pesa: haber engaƱado a padres que creĆan estar dejando a sus hijos en buenas manos con el objetivo de destinar a esos menores a la adopciĆ³n internacional. O, describiĆ©ndolo con palabras tĆ©cnicas: conspiraciĆ³n criminal con secuestro, extorsiĆ³n, malversaciĆ³n, estafa, falsificaciĆ³n de documentos, uso de documentos falsificados y abuso de poder por parte de funcionarios pĆŗblicos.